Capítulo 4
“Hay que escuchar a la cabeza, pero
dejar hablar al corazón.”
- Marguerite Yourcenar
Me levanté refunfuñona el
domingo. El día anterior ya había estudiado y hecho los deberes por lo que
tenía todo el día libre, por así decirlo.
Bajé a la cocina. Todo estaba en
silencio; sabía de sobra que lo más prudente era no decir nada por ahora, ya
que luego a mis padres se les iría pasando el enfado.
Terminé rápidamente de desayunar
y fui a mi habitación. Cogí el móvil y busqué en mis contactos y por fin lo
encontré: “Dani.” “Llamar.” “Pii, pii, pii.”
-
¿Dígame?
-
Hola Dani, soy Dana.
-
¿Dana?
-
Sí, nos conocimos ayer en la Discoteca Manzanares,
¿recuerdas?
-
¡Ah sí! ¿Qué tal estás?
-
Bien. Verás te llamaba para ver si podías quedar, me
caíste muy bien anoche.
-
Me encantaría.
-
¿Qué tal si vamos a la cafetería del centro? Esa de un
cartel verde y rojo con letras muy grandes en blanco.
-
Me suena, ¿alguna otra pista?
-
Mmm... Está al lado de una parada de autobús y al otro
lado de la calle hay una pizzería.
-
Creo que sé cuál es. ¿Está rodeada de edificios altos y
un parque con una fuente?
-
Sí, esa es.
-
Vale. ¿Nos vemos a las cinco allí?
-
Ok. Allí nos vemos, hasta luego.
-
Adiós.
Mientras tanto Adrián...
-
Cariño, ¿aquella chica te ha perdonado?
-
No, mamá.
-
Estuvo mal que la dejaras plantada.
-
¡Yo no sabía que Noelia y yo teníamos que irnos!
-
Eso no es excusa, debes ser más responsable, hijo.
-
Aún así no creo que me perdone.
-
¿No has pensado en que se haya sentido mal y haya
creído que Noelia era tu novia?
-
¡Es verdad! Qué tonto he sido. Debo explicarle que
Noelia no es mi novia y la razón por la que teníamos que irnos.
-
¿Todavía no le habías explicado el por qué?
-
Pues no.
-
¿Y que le habías dicho?
-
Pues que Noelia y yo teníamos que irnos.
-
Ay, Adrián. Así no me extraña que se haya enfadado
contigo, deberías quedar con ella y explicárselo en persona.
-
Lo haré, quedaré con ella esta misma tarde, voy a
llamarla.
-
De acuerdo hijo.
Y mientras, en mi casa...
Mi móvil comenzó a sonar y lo
cogí esperando que fuera Dani el que respondiera, pero no fue él.
-
Hola Dana – dijo una voz que me resultaba muy familiar.
-
Hola...Adrián. ¿Qué quieres?
-
Pedirte una vez más perdón por dejarte plantada.
-
Ya, ya, tú y Noelia os teníais que ir.
-
Pero Noelia no es mi novia.
-
¿A no?
-
No.
-
Bu...bueno...tampoco he dicho que yo hubiera pensado
que sí lo era.
-
No, que va.
-
Pues no...¿quién es entonces?
-
Mi hermana mayor.
-
¡¿Qué?!
-
Pues sí. Pero quiero contarte todo invitándote a un
café esta tarde.
Ya apenas le escuchaba, sabiendo
que Noelia no era su novia yo todavía tenía oportunidades, ya me daban igual
las razones por las que tuviera que marcharse con ella.
-
¿Entonces vale?
-
Eh...sí, sí claro.
Colgué. Un momento, ¿a qué le
había dicho yo que sí? Me quedé pensando: había dicho algo de un café, un
parque, una cafetería del centro, sobre las cinco...
¡¿Pero qué había hecho?! Había
quedado con Dani en el mismo sitio y a la misma hora.
¡Buff! Dani y Adrián, Adrián y
Dani, Adriani, Daniadrián. ¿Quién elegir? ¿Con quién cancelar la cita? Con Dani
quedé antes, pero Adrián tendrá que explicarme muchas cosas y así nos
conoceríamos mejor aún. Pero...¿qué hago yo eligiendo entre uno de ellos? Está
claro que Dani le conocía mucho menos. Entonces, ¿por qué pensaba
constantemente en él como antes con Adrián?
Solo había una razón para
explicarlo: Me había enamorado también de Dani.
¿Quieres saber cómo acaba?